Soy consciente de que el amor a los sellos y todo lo que conlleva (coleccionismo, investigación, catalogalización…) tiene sus días contados, pues llegará el momento en que dejen de producirse y sean un elemento en extinción; así, en un par de generaciones, dejarán de provocar interés y sólo quedará como un asunto para frikis, y puede que hasta se conviertan en una especie de objeto arqueológico, expuestos en vitrinas en museos. ¿Quién sabe cómo será el futuro?
Pero por ahora, la filatelia mueve a bastante gente, seguramente porque todo el mundo intuye esta tendencia a ser un producto en extinción. Se habla de que mueve millones de euros al año, y aunque su renombre como inversión segura se ha ido al traste en los últimos tiempos por diversas estafas relacionadas con ella, no por eso ha dejado de ser un valor en alza para muchos que querían ver su dinero relacionado con algo diferente a bienes inmuebles y acciones de bolsa. Hay en todo ello un cierto aire romántico, como si tener devoción por estos objetos con cierta historia pudiera hacer que nos sintamos más unidos a nuestro pasado, ¿quién sabe?
Los sellos en realidad no tiene una historia tan larga, pero es algo que de hecho se ha internacionalizado. No queda país en el mundo que no haya asumido esa forma de enviar y recibir cartas, por eso puedes encontrar aficionados a la filatelia en cualquier parte del planeta; realmente, las subastas y compras a granel de estas pequeñas estampillas son realmente impresionantes por su carácter internacional (y a veces, por la cantidad de dinero que se pone sobre la mesa, realmente alucinante para un mundo que se declara en crisis económica, jeje).
A mí me ha venido la afición a la filatelia por parte de mi padre, que la heredó de mi abuelo, que la compartió con sus hermanos. En la nueva generación, sólo a mí se me ocurrió interesarme por ella, cosa que tampoco le preocupó mucho a mi padre, porque de lo contrario se hubiera tenido que dejar el sueldo el pobre hombre, con cuatro hijos que tenía, jeje. Reconozco que por ahora no he contribuido a la colección familiar más que con interés y conservación, pero espero que algún día realmente pueda aportar mi granito de arena con alguno de esos raros sellos que andan por ahí, y que sé que me están esperando a mí.